Durante este periodo, Punta Arenas, situada en la ribera
norte del Estrecho de Magallanes, había dejado atrás su
pasado de colonia penal para convertirse en una próspera ciudad.
Su crecimiento poblacional era considerable, y contaba con un alto porcentaje
de extranjeros, muchos de ellos británicos. En 1895, el Reverendo
John Williams (antiguo misionero entre los yámana) fundó
la iglesia anglicana de St. James. El edificio actual, ubicado en pleno
centro de la ciudad, calle Waldo Seguel (la misma cuadra del
Colegio
Británico), abrió sus puertas en 1899. En las primeras
décadas del siglo XX, la ciudad de Punta Arenas seguía creciendo
y la comunidad británica aumentaba su fuerza económica:
el edificio de la iglesia se agrandó en 1929. En la actualidad,
su interior se encuentra amoblado en forma sencilla, con bancos de madera,
un simple altar, varias placas conmemorativas, y unos vitrales alegóricos
de alegres colores.